Cuando nace un bebe – Angélica García

CUANDO NACE UN BEBE

 

Mother smile to her child, isolated over white

Cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, nace un bebé en el mundo y trae alegría a las madres que lo esperaban ansiosas. Las mamás tienen una gran tarea por delante, ¡las primerizas ni se lo imaginan! Empiezan los afanes, las desveladas, se vive entre pañales y biberones, entre baberos y mantitas, entre idas al pediatra, vacunas y gotitas para los ojos.
El día comienza cuando la criatura pide su leche y cuando llega la noche, sigue la misma rutina hasta que ese pedacito de carne se apiade de su pobre madre y la deje dormir un poco… antes de que amanezca. ¡Qué lindos son los bebés cuando están dormidos! dicen algunos papás.
El milagro de la vida, ¡qué hermoso es el Señor, que nos otorga el privilegio de dar a luz, de ver nacer a nuestros hijos! En cada bebé Dios hace una obra de arte, con pinceladas de amor, de ternura, de colores de tono pastel. Cada rasgo tan perfecto, tan suave, cómo nos enternece ver a un bebé, cómo nos arranca una sonrisa instantánea cuando vemos su carita. ¡Ninguna mujer puede dejar de sonreír al ver la carita de un bebé! ¿Por qué será?, porque cuando vemos la carita de un bebé, nos sentimos más cerca de Dios, un bebé nos recuerda Su creación tan perfecta. Nos maravillamos ante tanta perfección, ante tanta belleza, ante tanta ternura.
El llanto de un recién nacido nos recuerda lo frágiles e indefensos que somos, llegamos a este mundo llorando, necesitando alimento, necesitando abrigo, necesitando amor. Dependemos absolutamente de otro ser humano: nuestra madre. Dios en Su sabiduría, puso en la mujer todo lo ella que necesita para hacerse cargo de su bebé, para suplir esas necesidades. Todo está perfectamente planeado por Dios. Una madre es la primera necesidad de un bebé al llegar a este mundo. Una mujer que le dé ternura y alimento y también un padre que los proteja a ambos. Ese es el proyecto perfecto de Dios para la pareja humana.
Cuando nace un bebé, nace también una gran responsabilidad para la mujer. Es el principio de una gran jornada, en la que llorará, pero también gozará junto a ese hijo que crecerá y un día ya no la necesitará. Pero no pensamos en eso cuando tenemos a nuestro bebé por primera vez en los brazos y si lo pensamos, lo vemos tan lejano, que no vale la pena detenernos a reflexionar en ello. Pero es tan corto el tiempo en que se disfruta a un bebé. Y se hace más corto por los afanes cotidianos, el tiempo se va en preparar biberones, cambiar pañales, hacerlo eructar, preparar la bañerita, etc. y cada acción, cuidando muy bien cada movimiento, extremando precauciones.
Pero si bien con los bebés propios hay mucha responsabilidad, trabajo y afanes, cuando pasa el tiempo y esos bebés crecen, crecen y crecen y tienen a sus propios bebés, nos convertimos en abuelas, y ahí es cuando solo nos dedicamos a disfrutar a los bebés de nuestros bebés, sin responsabilidades ni afanes, nosotras ya pasamos por eso y nuestra edad no es la propicia para esos menesteres. Así que las mamás, cuando más disfrutamos a un bebé, es cuando lo tienen nuestros hijos y nos hacen abuelas. Dios es sabio.

Escrito por: Angélica García Sch.

Para: www.mujerescristianas.org

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