El mejor nutriólogo – Angélica García

EL MEJOR NUTRIÓLOGO

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En estos días no sabemos lo que comemos, consumimos alimentos procesados, fáciles y rápidos de preparar, algunos solo se calientan y quedan listos para la mesa, pero debemos tener mucho cuidado, lo rápido y barato, puede resultar caro.

Dios promulgó leyes sobre la alimentación a su pueblo, clasificó a los animales en puros e impuros, les dio instrucciones para que supieran lo que debían y debían comer (Levítico 11:1 al 23). El día de hoy, al confirmarse los efectos en la salud que provocan ciertos alimentos, gracias a los últimos descubrimientos científicos, se ha llegado a conclusiones las cuales ya venían escritas hace miles de años en el Antiguo Testamento. ¡Dios es el mejor nutriólogo de toda la historia!,
Poco conocemos sobre la comida “kosher”, que en hebreo significa limpio, conveniente, adecuado y se basa en estas leyes dictadas por Dios a su pueblo hace miles de años. Los alimentos son clasificados en permitidos y no permitidos y también se toma en cuenta la manera de prepararlos. Los alimentos kosher se dividen en tres categorías: los lácteos, las carnes y los “parve”. Los lácteos no se pueden mezclar con la carne y ésta tiene que proceder de animales rumiantes que tengan pezuñas partidas. Parve son todos aquellos alimentos que no contienen carne ni lácteos. Son parve las frutas y verduras, los granos y cereales en su estado natural, así como huevos y pescados que tengan aletas y escamas. Esto es lo básico, pero existe una lista larga de indicaciones acerca de cómo preparar y no preparar los alimentos, al igual que productos que están vedados y que corresponden a lo que Dios prohíbe en la Biblia por no ser convenientes para la salud. Pero muy pocas personas conocen este sistema alimentario a excepción de los judíos que lo han aprendido por generaciones.

La sabiduría de Dios se manifiesta en todo lo que nos rodea. El tiene cuidado de sus hijos y esto se manifiesta en toda la Biblia. Dictó leyes sobre la alimentación del cuerpo y del alma. Posiblemente nos preocupamos de darle a nuestra familia lo mejor en la mesa, cuidamos que sean alimentos sanos, aunque no sean kosher, porque la mayoría de nosotros desconocemos este tipo de alimentación. Pero como decíamos al principio, en estos días no sabemos lo que comemos, ignoramos cómo son procesados los alimentos, qué les agregan para su conservación, sabor y color. Realmente no podemos confiar plenamente en que lo que comemos sea totalmente saludable, a menos que cultivemos nosotros mismos nuestras frutas y verduras y criemos nuestras propias gallinas y demás animales cuya carne sea comestible.
En el mundo, el amor al dinero ha arrasado con todo y la industria alimenticia no se ha escapado. La codicia es capaz de obrar cosas impensables en las personas. Les aplican hormonas a los animales y aves para que crezcan rápido y puedan servir para comerciarlos, además de antibióticos y químicos que obren a conveniencia de los empresarios, a costa de la salud de los consumidores. Las frutas y verduras que antes considerábamos lo más sano, ahora vienen con vestigios de pesticidas y aparte, se dice que los árboles y plantas son regados con aguas negras. Definitivamente Dios hubiera prohibido todas estas cosas al dictar sus leyes sobre la alimentación.

No podemos saber a ciencia cierta si los productos que compramos en el super estarán o no en la lista negra de la alimentación kosher o si serán adecuados para nuestra familia, pero lo que sí sabemos es que si todo lo que comemos lo hacemos dando gracias a Dios, pidiendo su protección, El tendrá cuidado de nosotros. Su poder y misericordia son más grandes que el peligro de ingerir alimentos impuros.

Escrito por: Angélica García Sch.

Para: www.mujerescristianas.org

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