Como Abigail – Angélica García

COMO ABIGAIL

Mujer orando

«Había en Maón un hombre muy rico, dueño de mil cabras y tres mil ovejas, las cuales esquilaba en Carmel, donde tenía su hacienda. Se llamaba Nabal y pertenecía a la familia de Caleb. Su esposa, Abigaíl, era una mujer bella e inteligente; Nabal, por el contrario, era insolente y de mala conducta». 1Samuel 25.2-3 NVI

Abigail era una mujer sensata y de buen entendimiento, que estaba casada con Nabal, quien era todo lo contrario, era insensato y además malvado y de malas costumbres. Sus criados lo calificaban como un hombre tan perverso que no había quien pudiera hablarle. Sin embargo, Abigail sobrellevaba su matrimonio con gran sabiduría, se sujetaba a su esposo, a pesar de todo. Seguramente buscaba no contrariarlo de ninguna manera y sabía callar cuando debía.
Abigail era una mujer valiente, que arriesgó su propia vida para salvar la de su marido y la de otros más. La insensatez de Nabal al tratar mal a los criados de David, quienes iban con la encomienda de solicitarle algunas cosas, provocó que David quisiera tomar venganza. Estaba dispuesto a matar a Nabal y todos sus criados.

Abigail, al enterarse de esto, ordenó que le reunieran una buena cantidad de víveres y se apresuró a ir al encuentro de David para interceder por su marido. Siendo la mujer de un hombre rico, ella montó en un burro, para mostrar humildad ante David y se postró delante de él. Después le pidió que le permitiera hablar y al acceder él, lo hizo con todo respeto y honestidad. Abigail habló palabras de sabiduría a David, porque habló Palabra de Dios, sabía que de este modo David iba a reaccionar positivamente. Ella sabía y creía que en la Palabra de Dios hay sabiduría y que siempre que se aferrara de ella, iba a salir victoriosa.
Abigail dio la cara por su marido, a pesar de que él no era merecedor de ninguna consideración. Bien pudo ella ver la oportunidad de liberarse de aquel mal marido, sin embargo no lo hizo, al contrario, lo disculpó ante David y pidió por su vida, con palabras que convencieron a David, que le dijo: » ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro! ¡Y bendita seas tú por tu buen juicio, pues me has impedido derramar sangre y vengarme con mis propias manos!» (1 Samuel 25:32-33 NVI) David aceptó la ofrenda de víveres y se marchó.
Cuando Abigail regresó a su casa, vio que Nabal estaba borracho, así que no dijo nada, sino hasta el día siguiente, cuando ya se le habían bajado los efectos del vino. Nabal sufrió tal impresión al enterarse de lo ocurrido que sufrió un ataque cardíaco y quedó paralizado. Diez días más tarde, Nabal murió, Dios mismo había liberado a Abigail del yugo de ese mal hombre. Pero no solo eso, Abigail no quedó desamparada. Al enterarse David de la muerte de Nabal, le envió un mensaje proponiéndole matrimonio, así que pasó a ser la esposa del futuro rey de Israel.

En estos días, cuando una mujer no está conforme con el marido que eligió, simplemente se divorcia y se busca otro. No busca la sabiduría de Dios para mejorar ese matrimonio. La historia de Abigail nos muestra que la sabiduría es el elemento clave para sobrellevar y salvar un matrimonio inestable. Ella se sujetaba a Nabal, a pesar de que el hombre era un insensato. No hablaba cuando no era oportuno hacerlo. La mujer inteligente, que tiene el control de sus emociones, sabe cuando hablar y cuando callar. Generalmente, la mujer, a causa de su naturaleza, necesita sacar todo lo que lleva dentro, en el mismo momento en que lo está sintiendo. No le es fácil retenerlo para un momento más oportuno. Después de hablar con David, Abigail seguramente llegó a su casa bastante emocionada por haber logrado tan grande propósito, con ganas de contárselo a su marido, pero se contuvo al verlo en el estado en que se encontraba.
Abigail también fue sabia en decidir hablar con David en el momento exacto. Supo cómo presentarse ante él, cómo saludarle, cómo hablarle y lo honró con regalos. No había motivo para que David se negara a aceptar su petición. David reconoció que estaba enfrente de una mujer llena de sabiduría, por eso a la muerte de Nabal, no dudó en hacerla su esposa.

Aprendamos de Abigail, a hablar cuando es necesario y a callar cuando también es necesario. Pidamos sabiduría a Dios para distinguir aquellos momentos propicios para hablar y sobre todo para saber cómo decir las cosas, con todo respeto y una buena actitud, porque actuando de esta manera, siempre obtendremos buenos resultados.

Angélica García Sch.

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