Aprender a Amar

APRENDER A AMAR

amar

Un mandamiento nuevo os doy, dijo Jesús a sus discípulos, que os améis unos a otros, como yo os he amado, que también os améis unos a otros (Juan 13:34). Esta ley del amor, es la manifestación del amor de Dios mismo, pues este mandamiento encierra a todos los demás. El hombre, en su naturaleza, no es capaz de cumplir este mandamiento: ¡No puedo amar a aquel que me hizo tanto daño! … ¡No puedo amar a aquella persona que me traicionó! … ¡No puedo amar a ese que me ofendió! … ¡No se puede amar a todo el mundo! … El hombre tiene muchos argumentos para justificar su incapacidad de amar al prójimo, pero Dios vence los obstáculos a través de Su Hijo Jesucristo, morando en nuestro corazón. «Ya no vivo yo, sino Cristo vive en mi», dice San Pablo. Igualmente, todo el que haya recibido a Cristo en su corazón y permita que El tome el control de sus sentimientos, emociones y razonamientos, puede ser capaz de amar como Cristo ama.
Somos capaces de amar a quienes tenemos cerca, como nuestra familia, amigos, etc., pero nos es imposible amar a quien no conocemos y mucho menos a quien nos ha hecho daño. Pero ¿qué pasa si aquella persona que nos ofendió, en lugar de esto hubiera hecho algo muy bueno para nosotros?, evidentemente, nuestros sentimientos hacia ella serían distintos. Esto significa que en realidad no es a las personas mismas a las que no podemos amar, sino que son sus actos y actitudes lo que provoca nuestro rechazo. Considerando esto, podemos comprender entonces el criterio de Dios, quien aborrece el pecado, pero ama al pecador. Esta es la clave para cumplir el mandamiento de Jesús.
La naturaleza humana, primitiva y separada de Dios, no puede responder al mandamiento del amor. Es necesario despojarse de esa naturaleza, dejando que Cristo arranque toda la mala hierba de nuestro corazón y haga espacio para sembrar amor.
¡Cuán necesario es el amor! Cuántas familias deshechas por falta de amor, cuántos hermanos viven hiriéndose unos a otros por falta de amor. Cuánta violencia, dolor y muerte hay en este mundo por falta de amor. El ser humano se pasa más de la mitad de su vida intentando alcanzar diversas metas materiales que le representan satisfacción personal y bienestar económico, pero ¿cuánto tiempo invierte en aprender a amar? Muchos hombres y mujeres llegan al ocaso de sus vidas sin haber aprendido a amar de verdad. Esto no se refiere al amor de pareja, sino al amor hacia sus semejantes en general. El día de hoy se les enseña a los jóvenes a ponerse metas, a buscar el éxito a toda costa, pero no se les enseña a amar en el puro y estricto sentido de la palabra. El verdadero éxito y riqueza del ser humano es el amor que supo dar durante su vida.
¿Cómo aprender a amar? ¡Siguiendo las enseñanzas del Gran Maestro!
Un corazón vacío de amor es un corazón muerto. Hay muchas personas que por no saber amar, no se llevan bien con nadie, se lo llevan de pleito en pleito con su propia familia, con compañeros de trabajo y con quien se le ponga adelante. Son personas insatisfechas consigo mismas, amargadas, que se dedican a hacer infelices a los demás en desquite por su propia infelicidad. Todas estas personas tienen algo en común: no se aman a sí mismas. «Ama a tu prójimo como a ti mismo, dice el Señor. Quien no se ama a sí mismo, no puede amar a los demás.
Cuando nos encontramos lejos del Gran Maestro, no podemos aprender a amar como Él nos ama. Él vino a darnos vida y vida en abundancia, vino a restaurar nuestro corazón, a capacitarnos para amar como Él manda, porque en un corazón donde se siembra amor jamás se cosechará soledad.

Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Efesios 5:2

Escrito por: Angélica García Sch.

Para: www.mujerescristianas.org

PUEDES COMPARTIR

Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: