¿Qué me pongo? – Angélica García

¿QUÉ ME PONGO?Que me pongo

Lucía leyó una y otra vez la tarjeta que acababa de recibir esa mañana, de parte de una compañera de trabajo: “Le invitamos cordialmente a celebrar con nosotros nuestro primer aniversario”… Graciela y Fernando. La puso otra vez en el sobre, sintiéndose incómodamente comprometida. Estuvo toda la tarde pensando en qué se iba a poner para la ocasión, eso significaba un verdadero problema. Se le acercó Magda, otra compañera de trabajo:
– ¿Recibiste la invitación? Es el primer aniversario de Graciela y su esposo, ¡qué romántico! ¡En estos tiempos durar un año entero de casados es un récord!
– No exageres, ¿cómo va a ser un record durar un año?
– ¡Uy sí, si ahora se casan y se divorcian a la primera pelea! ¿y quién aguanta un año sin pelearse? Jiji. Bueno, pero ¿vas a ir verdad?
– No lo sé, no tengo qué ponerme…
– ¡Ay mujer! ¿cómo no vas a tener qué ponerte?
– Pero es que… tampoco tengo zapatos adecuados, ni bolsa, la verdad no sé qué ponerme…
– Amiga, eso ¿qué importa? Graciela quiere que estemos ahí en un día tan importante para ella y su esposo, ¡eso es lo que realmente importa! Lo demás es pura vanidad- Lucía se quedó pensativa, Magda tenía razón, se sintió avergonzada, se trataba de una ocasión muy especial para Graciela, ¡en eso tenía que pensar y no en su propia vanidad!

¿Eres de de las mujeres que al recibir una invitación para una ocasión especial, lo primero que piensan es: qué me voy a poner? La gran mayoría pensamos eso, ¡es un pensamiento femenino obligado! Nunca tenemos nada que ponernos, aunque nuestro closet esté a reventar. La verdad es que no es que no tengamos nada que ponernos, sino que no sabemos organizar nuestra ropa. Abrimos el closet y lo que vemos nos marea, una cantidad de prendas nuevas mezcladas con viejas, de esas que decimos: “todavía me puede servir” o “cuando adelgace me quedará”. Las mujeres tenemos tendencia a guardar todo “por si acaso”, aunque pasen los años y la verdad es que no lo volvemos a usar. Hay que hacer una selección concienzuda de todo lo que tengamos en el closet, tirar lo viejo y donar lo que todavía está bien, pero que ya no nos queda… ni nos quedará ¡Hay que ser realistas! Después de esta selección, nos será más fácil organizar todo y teniendo solo prendas en óptimas condiciones, no habrá pretexto para decir “no tengo nada que ponerme”.
Pero lo más importante es que no importa tanto lo que llevamos por fuera, sino lo que llevamos por dentro. Cuando se trata de un día especial de una amiga o persona allegada a nosotras, nuestro corazón debe estar dispuesto para gozarse con los que se gozan, porque eso agrada a Dios. Lo demás es secundario. Así es que dejemos de pensar en nosotras mismas, pensemos más en los demás y agradezcamos ser invitados a compartir sus momentos felices.

“Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios” 1 Pedro 3:3-4 (NVI)

Angélica García Sch.

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