Trabajo y Matrimonio – Angie García

TRABAJO Y MATRIMONIO

trabajo y hogar

Un hombre de negocios, tenía una cita para comer con un cliente muy importante. Iban a cerrar un trato que significaba mucho dinero para su compañía. Se presentó con su mejor traje y lo llevó al restaurante más caro. El hombre se deshizo en atenciones para con su cliente, estuvo sonriéndole durante toda la comida, celebrando todos sus chistes y tratándolo con la más fina amabilidad. Por supuesto se cuidó de no contradecirlo en nada, al contrario, le alabó todas sus ideas y observaciones. Por fin, a la hora del postre, el trato quedó cerrado y el hombre de negocios, feliz, se fue a su oficina para comunicarles a sus socios el excelente resultado de su reunión.

Esa noche, el hombre de negocios llega a su casa y su esposa sale a recibirlo: – Hola mi amor, ¿cómo te fue en la oficina?- El responde con un «bien» y un gruñido y pasa a su lado, casi sin mirarla. Se sienta en su sillón favorito y enciende la televisión. La esposa se va a la cocina. Mientras ella está en la cocina, piensa: » ¡Cómo me gustaría que él me invitara a cenar a un lindo restaurante alguna vez, hace tanto tiempo que no vamos a ningún lado!… Si ya parecemos desconocidos, no me escucha cuando le hablo, no me cuenta sus cosas… ni siquiera sonríe cuando le cuento cosas de los niños… Solo piensa en sus negocios, en su trabajo, en ganar dinero… no tiene tiempo para mí ni para sus hijos… solo le interesa relacionarse con quien le signifique ganancias.

Muchas mujeres desearían ser tratadas por sus maridos, como ellos tratan a sus clientes. Para estos hombres, una persona que les va a producir ganancias, tiene derecho a ser tratada mejor que como tratan a sus esposas. El poder del dinero pesa mucho en algunos hombres, tanto, que está por encima del amor y el respeto que le deben a sus esposas. Las familias se están desintegrando y por consecuencia, la sociedad se desintegra también. La familia es la base de la sociedad y si esa base se resquebraja, todo lo demás se tambalea.

En estos días se le da más importancia a conservar el trabajo que a conservar el matrimonio. El matrimonio se debe cuidar más que el trabajo, puesto que si un hombre cambia de trabajo, no está siendo incorrecto a los ojos de Dios (siempre y cuando se trate de un trabajo honesto), pero el hombre que descuida su matrimonio, abandona a su mujer y la cambia por otra, esto es algo totalmente incorrecto ante Dios. Un caso similar es cuando un hombre soporta a un jefe intolerante, neurótico e injusto y en su casa, él no tolera ni la más mínima contrariedad doméstica. ¿Por qué al jefe sí le muestra tolerancia y a su familia no? ¿Por qué tiene más valor el trabajo que la familia? Aguantar al jefe le cuesta un buen esfuerzo, pero ¿por qué no esforzarse igual con la esposa o los hijos? Cuántas solicitudes de divorcio se justifican con esta frase: «Es que no nos entendemos» Y ese mismo esposo, que reclama eso, lleva veinte años trabajando para un jefe a quien no ha entendido nunca y le ha tenido que soportar muchas injusticias y hasta ofensas.

Qué poco se esfuerzan las parejas en la actualidad para conservar su matrimonio. A la menor dificultad, a la mínima inconformidad, ya están pensando en el divorcio. El matrimonio es para toda la vida, Dios creó una mujer para Adán, no dos o tres, igualmente creó un solo hombre para Eva y les dijo bien claro que serían una sola carne. Pero en este mundo de hoy, lo más fácil cuando las cosas no marchan bien, es dejar a la esposa y buscarse otra. Esto es absolutamente reprobado por Dios. Todo es producto del egoísmo que impera en el hombre, que ve solo por sus propios intereses. El esposo, la cabeza de la familia, es quien tiene la responsabilidad de mantener la armonía en el matrimonio. Es un acto de cobardía no querer enfrentar esta responsabilidad y huir de los problemas conyugales, divorciándose de su pareja.

El matrimonio es un compromiso tan importante que se hace delante de un juez y más aún: delante de Dios. Es un compromiso mucho más importante que un contrato laboral. A nadie le gustaría verse de repente sin trabajo, sobretodo en estos tiempos de crisis, «habrá recorte de personal» es la frase más temida por los trabajadores. Tener un empleo es necesario y está bien cuidarlo, pero todavía más importante es cuidar a la familia. Perder el empleo es una tragedia, no cabe duda, pero peor es perder a la familia. El desempleo acarrea muchos males, el divorcio más. El desempleo no deja cicatrices, el divorcio sí.

Es necesario que la pareja fije prioridades, valore su matrimonio, que aunque el conservar un empleo o conseguir una buena cuenta es bastante importante, mucho más importante es conservar a la familia.

Les digo que, excepto en caso de infidelidad conyugal, el que se divorcia de su esposa, y se casa con otra, comete adulterio. Mateo 19:9 (NVI)

 

Escrito por: Angélica García Sch.

Para: www.mujerescristianas.org

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