El máximo Milagro – Angie García

EL MÁXIMO MILAGRO 

 

Cuentan que en cierta ocasión, un cristiano y un musulmán discutían sobre sus creencias.
El musulmán, seguro de dejar desarmado a su interlocutor, declaró: «Cuando nosotros vamos a la Meca, por lo menos encontramos un ataúd, prueba de que Mahoma está ahí. Pero cuando ustedes van a Jerusalén, no encuentran más que una tumba vacía»
«Justamente esa es la diferencia entre el cristianismo y otras religiones y filosofías- respondió el cristiano- Mahoma está muerto y en su tumba y los demás líderes religiosos también. 
 
Pero Jesucristo se levantó de entre los muertos y ahora vive para siempre. ¡No puede estar en esa tumba, estando vivo!
Él vive y reina por los siglos de los siglos, eternamente. A él le fue conferido todo el poder en el cielo y en la tierra, pues es Dios mismo, Creador del universo. 
La resurrección de Cristo es el eje del cristianismo. La base de nuestra fe. Creemos en un Dios vivo, que tiene poder sobre la vida y la muerte». 
-Eso no es posible- dijo el musulmán- Jesús no murió en la cruz y menos resucitó, porque él no era Dios…
-¿Crees tú que más de dos mil años no es tiempo suficiente para que la humanidad hubiera descubierto un fraude de tal tamaño? La muerte y resurrección de Cristo es un hecho real, del cual existen tanto evidencias religiosas como históricas. 
 
-¿Cómo pudo haber resucitado, si según ustedes estuvo tres días muerto?
– El poder divino de Dios, amigo. El transformó la materia que conformaba su cuerpo físico, porque para Dios no hay imposibles.
– Eso va en contra de la naturaleza.
– Dios es el Creador de ella. El que tiene el control sobre todo lo que existe. Él puede hacer lo que quiera con todo. Para El no representaba ningún problema resucitar a Jesús y darle un cuerpo nuevo, sano, ni después de tres días de estar muerto.
En Jesucristo se cumple el propósito de Dios para el ser humano. El venció a la muerte y resucitó en una nueva dimensión de vida. 
– ¿Cómo creer algo que no vimos? 
– Bien, primero por la evidencia de la tumba vacía. 
La tumba estaba sellada y muy bien custodiada por soldados romanos, bajo pena de muerte. Si Jesús hubiera estado vivo, jamás hubiera podido, en el estado en que quedó después de las torturas que sufrió, abrir esa tumba y salir, además de que hubiera sido detenido inmediatamente por los soldados. 
 
– ¿Pero y si sus discípulos robaron el cuerpo? 
-¿Burlando a los soldados? Los discípulos estaban atemorizados y huyeron, dejaron solo a Jesús, ¿por qué hubieran querido arriesgarse después? 
 
Además, ¿se hubieran atrevido a predicar la resurrección de Jesús, arriesgándose voluntariamente a morir por eso, sabiendo que era una mentira? ¿Quién sacrificaría su vida por algo que sabe que es falso?
El musulmán no tuvo respuestas para esto. 
 
El no comprendía muchas cosas y es que las cosas sobrenaturales no se pueden comprender bajo el concepto de lo natural. La muerte de Jesús fue un hecho natural, pero su resurrección no, fue un hecho sobrenatural proveniente de Dios. 

 

Fue un milagro, un milagro no es algo natural.
El maravilloso milagro de la resurrección fue el broche de oro del paso de Jesús por este mundo y de su obra redentora.
Pero Él está presente ahora entre nosotros, y vive en cada corazón que lo ha recibido como su Señor y Salvador. ¿Vive en el tuyo?
«Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Romanos 10:9)



 Escrito por: Angélica García Sch.

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