Los chismes, dardos de fuego – Angélica García

LOS CHISMES, DARDOS DE FUEGO

Chismes dardos del enemigo

«El chismoso traiciona la confianza; no te juntes con la gente que habla de más». Proverbios 20:19

Rita se encontró con su amiga Clarita en el salón de belleza. Sabía que le iba a tocar enterarse de las «últimas noticias» de todos los del barrio, pues Clarita era muy, pero ¡muy comunicativa! Rita había notado que lo que su amiga le contaba no siempre correspondía a la realidad, pero no le daba importancia, quizá Clarita solo exageraba un poco. Ese día «le tocó» a su vecina de al lado, Andrea. Rita estimaba mucho a Andrea, era una mujer dulce y amable, tenía una vida intachable, ella la tenía en un concepto muy alto, sentía mucho respeto por ella. Pero Clarita, con su famoso dicho: «caras vemos, corazones no sabemos», hacía dudar hasta al más crédulo.

– ¿Y qué crees?…ayer ví a tu vecinita hablando con un hombre que no era su marido…Estaban muy juntos, debe ser su amante.
– ¡Ay Clarita no puede ser, Andrea es una mujer cristiana, muy seria, me consta, ella nunca sería capaz de algo así. Además se lleva muy bien con su esposo, siempre me dice que lo quiere mucho y yo sé que él a ella también.

– «Caras vemos, corazones no sabemos». Eso es lo que parece, pero ¡uhhh si supieras cada cosa que se ve en esta vida…!
– No, no puedo creerlo…
– ¡Pero si te digo que yo los vi!, ¡los ví! – Rita no quería creer en lo que le decía Clara, pero la duda quedó sembrada. De vuelta a su casa, vio a Andrea que venía llegando aparentemente del mercado, le hizo un saludo con la mano y entró a su casa. No podía dejar de pensar en lo que le había dicho Clara. Y empezó a atar cabos. La mente humana es sorprendente especulando e imaginando. Pasaron los días y cada vez que veía a Andrea, sentía mucha desconfianza. Había caído del pedestal en el que la tenía, a causa del comentario de Clara, su mente había hecho el resto. Cuando veía al marido de Andrea, veía dos tremendos cuernos sobre su cabeza. Así ella sola se fue haciendo una imagen falsa y negativa de sus vecinos. «El es un tonto, pensaba, tan cariñoso con ella siempre…si supiera que lo está engañando». Una tarde vio que un hombre llegaba a la casa de su vecina y ¡Andrea lo dejó entrar, mientras el marido no estaba! «Qué descaro, ese ha de ser su amante”, pensó…

Rita dejó de saludar a Andrea y ésta no entendía por qué. Hasta que un día la encaró y le preguntó la causa. Rita no supo qué decir, pero Andrea insistía, entonces Rita le contó lo que le habían dicho de ella y lo que ella misma había visto (o creído ver). Andrea se quedó helada, no podía creer que le inventaran tal calumnia y le dolió que Rita lo creyera y que tuviera esa actitud, en lugar de hablar con ella directamente. La confianza se había roto entre ellas. Andrea, serenamente aclaró todas las dudas de Rita. El hombre que había visto entrar en su casa, era un familiar que hacía tiempo vivía fuera de la ciudad y los estaba visitando. Rita se sintió muy mal y le pidió perdón a Andrea, ella la perdonó, pero la confianza que se había perdido iba a ser difícil de recuperar.

Las personas que hablan de más, pueden causar un daño enorme a la reputación de otras personas. ¿Por qué lo hacen? Tal vez por llamar la atención, por pretender saber más que los demás, por hacerse notar, por no tener nada interesante que decir, en fin… Pero muchas veces es por sentido de culpa. Una persona que sabe que no está bien, que anda fallando en algo como persona, especialmente, fallándole a Dios, siente la necesidad de encontrar fallas en los demás para que sus propias fallas no parezcan tan graves. Es una actitud muy inmadura, pero lamentablemente hay mucha gente que padece este mal. Son personas insatisfechas con su vida y la amargura que traen dentro, las hacen ver lo malo en los demás. A veces ellas mismas se creen lo que inventan, caen en lo que la ciencia llama «mitomanía», pero que para Dios se llama mentira y la mentira es pecado.
¿Que actitud debemos tener con estas personas? En primer lugar, no escucharlas, cuando empiecen a hablar mal de alguien. Esto nos contamina, todo lo negativo contamina. Hay que cambiar el tema, hacerles ver que no estamos interesadas en saber nada de otras personas. Si nos mostramos interesadas en lo que nos dicen, las alentaremos a seguir calumniando, difamando y mintiendo. No hay mejor manera de evitar oír chismes, que manteniéndose alejados de la gente chismosa. Pero si esto no es posible, simplemente mostrando desinterés, podemos desanimarlas.
El apóstol Santiago dedica casi todo el capítulo tres de su libro a hablar sobre la lengua, «También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida» (Santiago 3:6). En este versículo nos hace notar a qué extremos puede llevar la lengua que es usada para mal. Puede arruinar la vida de una persona.
«Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así» (Santiago 3:9-10) Lo peor es cuando un creyente, que los Domingos alaba al Señor en la iglesia, habla mal de sus hermanos fuera de ella.

1 de Timoteo 5:13, habla de las viudas jóvenes, que no tienen nada que hacer, ni esposo que atender: «Además se acostumbran a estar ociosas y andar de casa en casa. Y no sólo se vuelven holgazanas sino también chismosas y entrometidas, hablando de lo que no deben». ¡El ocio es mal consejero!
Los chismes son dardos de fuego, que vienen del diablo. Cuidemos de no caer en las redes de los chismes y aun más, cuidemos de no ser nosotras quienes llevamos chismes a los demás, esto no agrada al Señor, recordemos que por cada palabra ociosa, daremos cuenta.

«Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado.

Porque por tus palabras se te absolverá, y por tus palabras se te condenará.» Mateo 12:36-37

Escrito por: Angélica García Sch.

Para: www.mujerescristianas.org

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