¿DE DONDE VIENE LA FE?

¿DE DONDE VIENE LA FE?

DE DONDE VIENE LA FE (2)

Dios puso en el ser humano, la necesidad de creer en algo o alguien, por esto el hombre ha inventado sectas, religiones y filosofías diversas. Pero, ¿qué hacer para que la fe de las personas se dirija hacia el verdadero Dios, el Dios de la Biblia?

“Quisiera tener la fe que tú tienes”, me dijo mi amiga Silvia al hablarle de Dios y decirle que para El no hay nada imposible y que si creía que El podía solucionar su problema, El lo haría. Así como ella, hay personas que piensan que la fe es privilegio de otros y creen que no pueden llegar a tener la fe de ellos. La fe no es algo que se pueda imponer, ni fingir, ni aprender, ni mucho menos comprar, la fe nace del corazón.

Silvia había presenciado un milagro, la sanación total de una tía suya que tenía cáncer y estaba desahuciada por los médicos, sin embargo el ser testigo de ese gran milagro no hizo ningún cambio en ella. ¿Cómo es posible que ni siquiera viendo con sus propios ojos el poder y la grandeza de Dios, ella no reaccionara? ¿Qué más necesitan aquellas personas que han sido testigos de un milagro para creer? ¿Te has preguntado esto alguna vez?, seguro que sí. No podemos entender cómo es que viendo con sus propios ojos un acto sobrenatural de parte de Dios, algunas personas siguen alejadas de El, no van a la iglesia, ¡no se muestran agradecidas siquiera! Entonces nos preguntamos ¿qué más tiene que pasar para que reaccionen?

La Biblia dice que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios (Romanos 10:17 RV) La Nueva Versión Internacional dice: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.” Así que un milagro puede asombrar a muchos, pero eso no quiere decir que se llenarán de fe y se convertirán a Cristo solo por esto, a pesar de que pudiera parecer lógico. Silvia, como otras personas, necesitan conocer la Palabra de Dios, en la cual encontramos mucho más que milagros.

Presenciar un milagro o recibirlo, tampoco es garantía de que una persona cambie, porque el que produce el cambio en las personas, siempre y cuando éstas tengan la disposición, es Jesucristo. Hay personas que han recibido milagros, recibieron sanidad porque otros oraron por ellas, pero después de esto siguen su vida sin que se vea ningún cambio espiritual, siguen con sus ideas y tradiciones, porque no han querido conocer al Autor de su sanidad.

Se necesita conocer a alguien para creer en él. Cuando conocemos a una persona y entablamos una amistad con ella, la vamos conociendo y a medida de que pasa el tiempo y la conocemos mejor, va naciendo la confianza hacia ella. No es sino hasta que la conocemos bien, que confiamos en ella. Lo mismo sucede con el conocimiento de Dios. Una persona puede ver un milagro y quedar maravillada, pero no conoce al autor de ese milagro, ella necesita conocerlo para creerle y tenerle confianza.

La única manera de conocer a Dios, como El quiere que le conozcamos es a través de Su palabra. No a través de una religión ni filosofías, sino a través de Su autobiografía, que es la Biblia. Muchas personas creen y afirman que todas las religiones llevan a Dios, nada más lejos de la verdad. La única manera de llegar a Dios es a través de Su Hijo Jesucristo, y esto está escrito en la Biblia. Así como éste, hay cientos de errores que la gente comete por causa del desconocimiento de la Palabra de Dios.

Muchos creen en la existencia de Dios, pero también los demonios lo creen y tiemblan, dice en Santiago 2:19, ¿será esta fe del agrado de Dios? Indudablemente que no, la fe verdadera no se basa en creer que existe un Dios solamente, sino en creerle al Dios de la Biblia. Una persona que dice creer en Dios, pero que ignora Su Palabra o duda de ella, no le está creyendo a Dios, por lo tanto no puede tener verdadera fe en El. Dios no pasa de ser un ídolo más para esta persona.

Proclamemos las maravillas de nuestro Dios, a través de Su Palabra, no intentemos deslumbrar a otros por los muchos milagros que hayamos visto, ellos necesitan primeramente conocer al autor de esos milagros, para creer en El y creerle a El. Recordemos que Jesús, cuando estuvo en su tierra, no hizo muchos milagros a causa de la incredulidad de la gente. Dudaron de él, se escandalizaron: “Al llegar a su tierra, comenzó a enseñar a la gente en la sinagoga. ¿De dónde sacó éste tal sabiduría y tales poderes milagrosos? —decían maravillados—.¿No es acaso el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María; y no son sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están con nosotros todas sus hermanas? ¿Así que de dónde sacó todas estas cosas? Y se escandalizaban a causa de él. Pero Jesús les dijo: En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra y en su propia casa. Y por la incredulidad de ellos, no hizo allí muchos milagros.” (Mateo 13:54-58) Ellos conocían a Jesús, el hijo del carpintero, pero no conocían a Jesús, el Hijo de Dios. Jesús no trató de convencerlos con milagros, lo que él quería ver en su gente, era fe.

No tenemos un Dios exhibicionista, El no hace milagros para “apantallar” a la gente, El actúa cuando hay fe, sin fe es imposible agradar a Dios, dice Hebreos 11:6. Podemos testificar si hemos visto un milagro, pero necesitamos presentar al Autor de los milagros a los demás para que crean en Su Palabra.

 Escrito por:  Angélica García Sch.

Para: www.mujerescristianas.org

 

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