Borrar el pasado – Angie

 

BORRAR EL PASADO

 

«Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados»  Isaías 43:25

 Silvia había recibido al Señor hacía un año. El había obrado un gran cambio en su vida y Silvia, aquella mujer llena de culpas por un pasado oscuro, ahora podía sentirse limpia y libre de éste. Sin embargo, vivía en un pueblo pequeño y había mucha gente que la miraba con desconfianza. Las murmuraciones en contra de ella eran más agudas ahora que ella se había convertido, que cuando andaba entregada a una vida de libertinaje.

La mayoría llamaba a su cambio: «hipocresía», «apariencia» o «santurronería». Silvia soportaba en silencio, dejaría que el Señor siguiera haciendo Su obra en ella, eso era lo único que le importaba. Cualquier otra mujer hubiera dejado el pueblo, pero ella estaba convencida que tenía que quedarse para demostrar el gran poder de Dios que había obrado en ella.

Un día llegó una familia nueva a radicar al pueblo. Era una familia cristiana y Silvia los conoció ese Domingo en la iglesia. Ricardo, el hijo mayor se involucró inmediatamente en las actividades de los jóvenes y fue en una de esas reuniones, que se dio cuenta de la atracción que sentía por Silvia.

Surgió entre los dos un sentimiento puro y verdadero, pero fue allí cuando comenzaron los problemas para Silvia. A los padres de Ricardo llegaron los rumores acerca de la vida que había llevado Silvia en el pasado y esto los puso en alerta. Le prohibieron a su hijo que tuviera una relación de noviazgo con ella. Ricardo se negaba a aceptar lo que se decía de su amada y adoptó una actitud de rebeldía hacia sus padres.

Ellos eran muy legalistas y no permitirían que su hijo anduviera con una muchacha con esos antecedentes.

El pastor intercedió por Silvia, él la apreciaba mucho y sabía que ella había sido lavada por la sangre de Cristo, que ya no era ni la sombra de lo que había sido. La tarde que citó a los padres de Ricardo, los escuchó pacientemente y luego les dijo: «Ustedes rechazan a esta muchacha porque gente malintencionada les ha hablado de su pasado, pero déjenme decirles que ustedes no están rechazándola a ella…

¡Ustedes están rechazando y dudando del gran poder de Dios para cambiar vidas! ¿Acaso se olvidaron de María Magdalena? ¿No cambió su vida después de conocer al Señor?… Pues El tiene poder para cambiar la de Silvia también y la de muchas más. Yo les aconsejo que confíen en la capacidad del Señor para borrar pecados y para transformar vidas. Si ustedes creen eso, deben creer en la transformación que ha hecho en Silvia.

No olviden que El todavía hace milagros». Los padres de Ricardo, tuvieron que reconocer que el pastor tenía razón. Un año más tarde, en esa misma iglesia se celebró la boda de Silvia y Ricardo, en medio de la alegría de toda la congregación.

Mujer, quizá tú te sientas atrapada por un pasado que no te gusta, quizá te sientas avergonzada por cosas que hiciste y que no puedes desprender de tu mente y corazón. Quizá muchos te han dicho que debes dejar tu pasado atrás, pero no puedes, los recuerdos te persiguen y no te puedes librar de ellos. Hay alguien que te puede ayudar a liberarte de ese pasado. Si tú estás arrepentida, si tú le has pedido perdón a Dios por tus malas acciones, El te perdona y nunca más se acuerda de ellas, ¿por qué no las olvidas tú?

Cuando hay arrepentimiento, hay perdón de pecados y además hay un cambio. La sangre de Cristo lava de una vez y para siempre los malos recuerdos del pasado y no permitas que nadie te lo recuerde, porque para Dios ya no existen. La gente que no conoce a Dios es prejuiciosa, no perdona los errores de los demás. No conoce el gran poder de Dios para sanar el alma y transformar a una persona. Solo eso debe importarte, lo que Dios ha hecho o puede hacer en ti.

No hagas caso de críticas mal intencionadas, ni permitas que duden de la obra que Dios ha hecho en ti. Testifica siempre. Y recuerda que nadie puede cambiar su pasado, pero Dios sí puede cambiar su futuro.

 

«En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente»    Efesios 4.22

 

Autora: Angélica García Sch.

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